lunes, 14 de marzo de 2016

A renglón seguido

Me dije echo todo por la borda (terminología marítima empleada en el habla del común), pensando neutramente: si a los batracios se nos renueva la piel por completo varias veces al año; jugué con la idea absurda dando por sentado (cavilando como leguleyo) que cambiar era sencillo para una larva temblequeante y huyendo hacia el futuro, mientras me convencía de estar en pleno proceso de cambio (frase de la jerga política), situación que muchas mujeres suelen afrontar recurriendo a la estética, sin hilar fino (regla de costurera); los lagartos no van al cielo (afirmación netamente religiosa), sentencié para mis adentros, hablando en potencial, y por primera vez en la vida oír mi patético gimoteo me alivió; salirse de uno mismo permite apreciar el panorama (parábola seudo psicológica), pero los seres tristes no conseguimos dejar de serlo ni por un instante y es por ese motivo que todo esfuerzo es vano (enunciado pesimista a ultranza), aunque convirtiéndome en abogado del diablo -en latín: advocatus diaboli- (denominación popular que se le daba al defensor público en los procesos de canonización de la Iglesia Católica), de mí mismo -si se me permite el divague-, a renglón seguido (expondría un narrador), sin afán de lucro (fijaría un juez) la realidad supera la ficción (enunciado facultativo), balbucí apagando la luz pero padecía una trasnochada noche (nótese la creativa paranomasia) y no hice otra cosa que prenderla -figurativamente hablando (detallaría un artista visual)-, como para caer en la cuenta (alocución típica de contador público) de mi chiste malo con cierta temeridad de hombre rana; y, sin decir “agua va” (máxima de plomero), pensé para mis adentros (repaso de sordo mudo –en la modernidad hipoacúsico): mañana será otro día (obviedad campechana), tratando de contar ovejitas (antiguo remedo ineficaz para curar el insomnio), ole, ole. 

Este texto se publicó en el número 76 de la revista Odradek, en enero de 2013. 
S.F.

No hay comentarios: