domingo, 26 de abril de 2015

Lengua muerta

Me traicionaron las palabras. Debía defenderme pero no se oía mi coartada ni tampoco la escuchaba interiormente. Calculo haber ejercitado cada uno de los músculos faciales sumido en la desesperación por hacerme entender. Presionaban siniestras caras admonitorias, y como si alguien tutelase mis decisiones trazando artificios con los labios, lancé en un grito seco aquel nombre de mujer: ¡libertad¡ Libertad, repetí para mí, sin abrir la boca, con cadencia de mantra. Hoy rescato ese recuerdo, contraste entre sueño y pesadilla, al despertar con la implacable certeza de haber perdido para siempre el don del habla. 

S. F.

Este texto fue leído en la Feria del Libro de Bs. As. en el marco de la lectura sobre "libertad y responsabilidad en la palabra", 24 de abril de 2015.

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