jueves, 22 de enero de 2015

Creyó haber dicho una genialidad,
se reía solo pero sus carcajadas no contagiaban,
insistió repitiendo la ocurrencia a viva voz,
sin que le importen los presentes.
Neciamente reiteró aquello que pretendía ser cómico,
ya con una risa algo desanimada,
falta de gracia, por sobre las voces de sus acompañantes en la cena,
y así su hilaridad se fue disimulando,
diluyendo con la charla,
como el helado que no quiso probar.

S.F.

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