miércoles, 22 de octubre de 2014

Ateísmo

Teodoro apenas si abrió los ojos en la penumbra asustado por un tremendo rugido. Ni tiempo tuvo para discernir si se trataba de avión a hélices o helicóptero, porque crecía ensordecedor como si viniese a desplomarse sobre su techo. Sin darse cuenta juntó sus palmas y empezó a rogar que aquello pasase de largo, cuando el ruido del motor saturaba sus oídos, creyéndolo cercanísimo del estallido final. Pero la máquina siguió su curso y Teodoro estuvo reflexionando que ni siquiera ese manifiesto riesgo de muerte había podido modificar un ápice su férreo ateísmo.

S.F.

No hay comentarios: